Los reyes siempre han sido de buen comer, o al menos de comer mejor que el pueblo llano y sobre todo en mas abundancia y frecuencia, en algunos caso eran reyes glotones de verdad.

Estos tres ejemplos reales que traigo directamente se pasaban de abundancia, comilones reales que disfrutaban con ricos manjares.

Enrique VIII, antes de sufrir un accidente en un torneo, era un hombre atlético, pero tras este incidente comenzó a comer de forma brutal. Tomaba gran variedad de pescados, como truchas, arenques, salmón, cangrejos, bacalao…y lo más importante, le gustaba mucho la fruta, especialmente las fresas.

Carlos I, emperador de las Españas era un auténtico glotón compulsivo, y gustaba comer bien. Su menú se componía de magros chorizos, ternera, salchichas picantes, angulas, salmón, arenques…Y lo más importante, le encantaba la cerveza y el vino, que bebía en cantidades industriales.

Adolfo Federico de Suecia no tenía mucho interés en la guerra como sus ancestros, sino que prefería tallar cajitas de rapé e inflarse de comer. De hecho murió en una comida cuando se zampó un menú de caviar, langosta, coles, champán, arenques y 14 bollos con leche.

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